Desde siempre, los hombres han sido sensibles al mantenimiento de su piel y a los beneficios del masaje. En su sabiduría, los indios y los chinos comprendieron que la piel es un órgano vital que merece toda nuestra atención y respeto. ¿Acaso la calidad de la piel no es el reflejo de la salud?
Tocar nuestra piel nos conduce a un mejor conocimiento de nuestra propia sensibilidad y proporciona beneficios reales tanto físicos como psicológicos. El masaje es vivido como algo verdaderamente compartido, un diálogo consigo mismo, un estado de sitios de todo nuestro cuerpo.
Poco a poco, aprendemos a conocernos mejor, y a reconocer el físico que nos corresponde y que construimos día tras día. Conocerse mejor, es aceptar ya mejor el mundo que nos rodea, lo cual es a menudo necesario.